
¿Sabias qué los primeros datos sobre coches eléctricos datan de finales del siglo XIX? En ese entonces ya destacaban sus ventajas por ser un coche silencioso y respetuoso con el medio ambiente.
Según publica el Banco Europeo de Inversiones (BEI), a día de hoy, posiblemente en concordancia con la subida del carburante, solo un 22% de la población que decide adquirir un vehículo nuevo, se decanta por un diésel o gasolina, frente a un 78% que afirma que se hará con un coche eléctrico o híbrido. A pesar de que los automóviles de combustión simbolizan la mayoría en nuestras carreteras, en la historia de la automoción los coches eléctricos llegaron a ser más representativos que los de gasolina y gasóleo.
Así pues, a principios del s. XX los coches eléctricos representaban la mayoría del, aún pequeño, parque automovilístico de la época. España contribuyó a ello como uno de los pioneros de la electromovilidad. Empresas como La Cuadra, David Eléctricos, Autoarquia, Fervelectric o Santanach, promovieron dichos prototipos. Incluso se aportan datos de que la propulsión híbrida pudiera haber sido inventado en España. Hacia 1897, La Cuadra inició su andadura en este ámbito intentando fabricar un pequeño autobús eléctrico pero debido a la escasa capacidad de las baterías, estas se agotaban a los pocos metros dejando inoperativo el vehículo. Para remediar este inconveniente, fabricaron un motor de explosión que fuese recargando las baterías, naciendo casi sin querer, uno de los primeros híbridos de la historia.
Con la bajada del petróleo y la llegada del Ford T, fue cuando la industria automovilística los dejó de lado en favor a los motores de combustión interna.

El sector automoción supone uno de los grandes bloques de la industria en general, además de ser uno de los que más cambios sufre debido a su adaptabilidad a la situación y las necesidades de la población.
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